Dulce Amor / Kinder - Guardería

lunes, 21 de noviembre de 2011

La importancia del NO

La importancia del NO
“No”, “no”, parece que todo para tu hijo todo es no. Si le pedís algo, si te acercás para jugar, si le preguntas una cosa, no importa qué, la respuesta es siempre la misma: NO. ¿Qué está pasando? ¿Se está rebelando?
Tu hijo necesita hacerse camino por sí mismo, lograr separarse y buscar su propia autonomía. Que una de las primeras palabras que aprende a decir es No, tiene su razón. En este desafío para lograr hacerse un individuo con ideas propias, para aprender a hacer cosas por sí mismo, para elegir diferenciarse, para constituirse como una persona singular tiene que defenderse de lo que vos y su papá desean para él…


Para tu hijo, el descubrimiento del no es un hito muy significativo en el camino de tu hijo para consolidar su independencia. Tan importante es para él ser capaz de decir NO como es el que se lo digan a él.


Un NO para cada cosa:



Escuchá a tu hijo, y hasta donde sea posible tomalo en serio cuando dice NO ya que en esta etapa puede decir NO a muchas cosas:


1. A comer determinados alimentos o directamente a no almorzar o cenar. No te alarmes. Por un lado un chico sabe que necesita comer y no se va a desnutrir por comer bananas 5 días seguidos. Seguro que a la semana siguiente tiene antojo de otra cosa.

2. A jugar con vos. Puede ser que quiera jugar solo o que juegues de una manera diferente de la que él espera.

3. A irse a dormir.

4. A irse de la casa de algún familiar o amigo.

5. A bañarse. Etc.


Como padres queremos que nuestro hijo aprenda a defenderse solo y que se respete y quiera a sí mismo. Por esto es tan importante el derecho que tiene de decir No y este derecho se adquiere en primer lugar en su casa, con su familia. El mismo empieza cuando tu hijo reconoce su derecho a preguntar, a saber, a rechazar. Si no tratamos a nuestro niño de 2 años con este respeto no podemos esperar que en ciertas situaciones especiales puede decir que no, que logre respetarse a sí mismo.


Que tu hijo se ponga frecuentemente difícil tratando de ejercer su poder es solamente señal de que está madurando. Dejémoslo crecer y apoyémoslo.

Desarrollar el potencial de tu bebé está en tus manos

La inteligencia de tu bebé es un gran tesoro y de esta depende en gran medida su futuro. Si bien tu bebé al nacer tiene un potencial inmenso, la inteligencia es algo a construir.

Desde lo clínico se ha probado a través de las teorías del desarrollo cerebral que el cerebro no culmina su desarrollo al nacer. Existen millones de conexiones nerviosas a realizarse sobre todo en los primeros años, que dependen en gran parte de los estímulos externos.


¿Qué es la inteligencia?

La inteligencia es la capacidad de resolver problemas y además, de encontrar un resultado por diferentes caminos. Los primeros tres años de vida son por ello cruciales en el desarrollo intelectual y afectivo de tu bebé. Todo lo que reciba durante estos años le servirá de base para más adelante. Al brindarle mucho afecto y estimulación adecuada ayudarás a tu bebé a desarrollar de manera plena su potencial.

Nadie mejor que vos para estimular a tu bebé. Sos quién mejor lo conoce, la que mejor puede percibir sus necesidades. Para estimularlo ofrete como guía, brindále herramientas adecuadas y acordes a su desarrollo.

Sus experiencias de aprendizaje dependerán de cómo intervengas en ellas. Tu actitud hará que cada acontecimiento sea para tu bebé un desafío a superar, una meta a alcanzar, o por lo contrario; una tarea que no tenga sentido intentar. De esto se trata la estimulación: generar un ambiente donde, en tu compañía, tu bebé logre jugar "a su manera" y con sus tiempos. Al incentivarlo, si se frustra lo estarás ayudando a ser una persona con inquietudes, ávido por aprender más y más y capaz de adquirir confianza para enfrentar situaciones de manera independiente.

A medida que crezca sus experiencias se irán complejizando y el aprendizaje será cada vez más enriquecedor. La vida presenta a cada rato obstáculos, y tu bebé de esta manera va a estar mejor preparado para resolverlos.

Ya gatea

Poco a poco y en cuatro patas, tu bebé se va "abriendo camino". La casa se convierte en un mundo lleno de nuevas aventuras a conquistar.

Sentado en el piso, tu bebé arroja su juguete. Casi con enojo mira fijamente su "preciado objeto". El cartel de "llegada" parece estar esperándolo. Tras muchísimo esfuerzo se abalanza hacia adelante. Logra ponerse en cuatro patas y encender los motores. Ahí va. Sigue y sigue hasta que: ¡Final de carrera! No tuviste que correr antes de que tu bebé rompiera en llanto: por primera vez, solito y gateando, pudo reencontrarse con su juguete.

¿Cuándo aparece el gateo?

Día a día el cuerpo de tu bebé se va desarrollando y sus estructuras y funciones se modifican. El gateo implica un avance en la maduración. Para que pueda gatear es necesario que haya adquirido ciertas habilidades de equilibrio que se dan alrededor de los nueve meses: primero domina la parte superior de su cuerpo y luego las piernitas. Si antes de que finalice el tercer trimestre colocamos a nuestro bebé en forma de carretilla, caminará con sus manitos. Solo después podrá acompañar con todo el cuerpo. Generalmente el gateo aparece cerca de los 8/9 meses y hasta los 12 meses, momento en el que se larga a dar sus primeros pasitos sin ayuda.

"Yo soy yo"

No todos los bebés gatean de la misma manera. Algunos ni siquiera lo hacen; se largan medio inseguros a dar sus primeros pasitos. La forma más habitual de gateo es en "cuatro patas". Es común, que antes de comenzar a movilizarse, el bebé practique balancearse hasta lograr alternar los brazos y las piernas. Algunos bebés se desplazan de manera diferente: sentados, apoyados sobre un costado del cuerpo o "caminando como osos"- pies y manos sobre el piso manteniendo extendidas las piernas-. En fin, cada bebé tiene su personalidad y el gateo es parte de ella. Al bebé no le interesa demasiado cómo llegar, sino hacerlo.

¡Todo lo que logré!

Con la novedosa aventura de poder explorar la casa, tu bebé descubre un mundo mucho más amplio. Es por eso, que se dirige a cuanto rincón existe tocando y chupando todo. Es su manera de conocer las cosas. Desplazarse le permite entrar en el mundo social y empezar a realizar actividades lejos tuyo. Estos primeros intentos de independencia pueden traer aparejados signos de ansiedad que son normales: empieza a separarse de vos y lo asusta. Lo mejor que se puede hacer es a través del juego. Con referencia a este tema, la psicoanalista M. Malher expresa: "La distancia óptima en esta subfase temprana de ejercitación psicomotriz, parece ser la que permite al gateador en movimiento y exploración, la libertad y oportunidad de realizar tales actividades a cierta distancia física de su madre, pero a la madre siempre la necesita como punto estable, "como base de operaciones", que satisface la necesidad de reabastecimiento mediante el contacto físico".

Durante este período tu bebé va obteniendo también dos nociones importantísima: la espacial y la de profundidad. Con la primera, comienza a reconocer distancias y esto lo ayuda a ubicarse en el mundo. Con la segunda, conoce y explora el espacio vertical: cuando tu bebé está sentado en la sillita alta, somos las mamás las que sufrimos las consecuencias de arrodillarnos continuamente a levantar todos los objetos que ellos tiran una y otra vez. Pero esto tiene significado: al arrojar los juguetes de arriba hacia abajo, nuestro pequeñín percibe atentamente cuando se produce el ruido de choque contra el piso y esto lo va preparando para aprender a caer sin golpearse en el momento de caminar. Por lo tanto, mamá ¡mucha paciencia y mucho juego!

En sus marcas, listos, ya!

Mientras dure el gateo, es muy importante que estimulen a su bebé en sus progresivos ejercicios. A los niños gateadores les encanta ser perseguidos por detrás, dar vueltas sobre una alfombra y pararse con la ayuda de algún mueble o aferrado a las manos o piernas de algún mayor, dando así pequeños y tambaleantes pasitos que le dan cada vez más fuerza y equilibrio.

Si bien la estimulación y la ejercitación son muy necesarias hay que tener cuidado: a veces los padres queremos que nuestros hijos progresen demasiado rápido. Cada bebé tiene su propio ritmo. Si lo sobre estimulamos puede mostrarse reticente a gatear. Lo más apropiado es tener un lugar para él: "exclusivo y cercado para él": puede moverse con libertad y nosotras podemos seguir con nuestras actividades.

El valor del gateo es muy importante: indica que tu bebé se está preparando para caminar. Alrededor de los 12/13 meses el niño alcanzó un equilibrio general que posibilita dicha práctica. Algunos niños suelen regresar al gateo. Es normal y no merece demasiada preocupación. A veces, "dan un paso hacia atrás para luego dar un salto mucho más grande". Dándole tiempo y sin presionarlo, volverá a caminar en cualquier momento: sólo necesita mayor confianza y seguridad para afrontar nuevas situaciones.

TALLERES VACACIONES 2011-2012

martes, 15 de noviembre de 2011

Papilla de zapallo y papa

Papilla de zapallo y papa
Papilla de zapallo y papa
Ingredientes:
  1. 2 unidades medianasde papa amarilla pelada y sancochada en la olla familiar ( u otra papa harinosa
  2. 1trozo pequeño de zapallo
  3. ¼ taza de leche
  4. 1 cucharada de aceite vegetal
  5. Sal al gusto
Preparación:
  • Sacar la papa y el zapallo de la olla familiar a un recipiente limpio.
  • Luego aplastar la papa y el zapallo justos hasta que esté como una masita.
  • Agregar la leche con la anterior preparación
  • Agregar 1 cucharita de aceite removiendo vigorosamente.
  • Servir la papilla al niño y hacerle comer con cariño

jueves, 10 de noviembre de 2011

GUÍA PARA BUEN SUEÑO


“Alzarlo, cantarle, acunarlo, hasta la eternidad”

Llevarlo a pasear en auto . Dejarlo llorar y entrar de a ratitos a mirarlo. Hacerle un lugar permanente en la cama de los padres...
Todos los padres  de bebés conocen estas opciones y se inclinan por una o por otra o por todas juntas según la noche y/o el grado  de desesperación. Ya lo dijo alguien una vez, el que acunó esta frase: ”dormir como un bebé” nunca había visto dormir a un bebé en su vida. El sueño de los bebés es por definición interrumpido, en un principio por la necesidad de alimentarse cada pocas horas.
Pero desde el momento en que las mamaderas nocturnas ya no son estrictamente necesarias (alrededor del quinto mes)  los padres, más estrictamente las madres, empiezan a dar los primeros pasos para restituir algún grado de normalidad nocturna. Es aquí donde entran  en juego las distintas teorías.
Algunas como la del médico español Ed,. Estivill seguido por el estadounidense R. Ferber, muy de moda, que recomienda “entrenar” a los bebés en el arte de dormir, dejándolos llorar por períodos cortos, pero progresivos, hasta que aprendan a dormir solos, e intentar que despierten en la misma situación en la que se durmieron, para que puedan volver a conciliar el sueño sin ayuda.
En el otro extremo están algunos adeptos que proponen “la cama familiar”, remontándose a antiguas costumbres; esta postura recomienda compartir con el bebé la cama de papá y mamá y dejarlo tomar la leche cuando él quiera durante la noche. Argumentan que esto previene la muerte súbita, porque el bebé acompasa  su respiración con la de los padres y que se le trasmite mayor seguridad.
En el medio hay otra postura posible, que es evaluar qué es lo que ocurre en cada caso.
El pediatra M. Elman dice “Muchas veces, cuando el bebé presenta  algún trastorno en el sueño, es su manera de expresar algo y lo Puede  ser  desde  el  comienzo de una enfermedad, hasta  alguna situación perturbadora vivida durante el día (aunque sea solo un paseo, una fiesta).
Alrededor del quinto mes se considera que el bebé puede dormir de un tirón, pero otro bebé quizá aproveche para tener a su mamá para él solo, porque no la ve durante el día.”
Alrededor de los 8 meses (a veces antes)  los nenes atraviesan por la llamada “angustia de la separación”, que suele acarrear pesadillas. “Esto ocurre cuando el bebé reconoce sus pies y sus genitales y cobra conciencia de que su madre es otra persona y teme que si la pierde de vista la pierde del todo. Entonces la llama de noche y se calma fácilmente cuando ella acude.”


Algunas premisas para tener en cuenta:



Ø    Si ya no toma leche de pecho que acuda el padre a su llamado.

Ø    Acudir cuando el bebé llama, pero no levantarlo.

Ø    No evitarle la siesta “para que duerma de noche”: esto es contraproducente, ya que si quiere dormir es porque lo necesita. El sueño no se suma.

Ø    Por seguridad dormirlo de costado y sin almohada.

Ø    Ir desacelerando el ritmo de las actividades, preparar un clima para el sueño.

Ø    Crearle una rutina fija para  la hora de dormir.

Ø    Ponerlo a dormir con un muñeco, un peluche u otro objeto querido por el niño.

Ø    Por más pequeño que sea hablarle mucho, acariciarlo, pero ser firme; no entenderá lo que se le dice  pero sí la sensación que uno tiene que transmite: Amor y seguridad.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

A los 6 meses, un bebé sabe si le están gastando una broma o no
Los bebés muy pequeños de sólo seis meses de edad-, saben cuándo se les está tomando el pelo, que esta actitud no les gusta, y que expresan su disconformidad o reaccionan en consecuencia, de acuerdo con lo que aseguran científicos de la Universidad de York, en Canadá. Para afirmar algo tan polémico, los investigadores analizaron las reacciones de bebés de seis y nueve meses ante un juego que consistía en que un adulto se mostraba bien incapaz bien reticente a compartir un juguete con los pequeños.

Los bebés detectaron y aceptaron con calma el hecho de que el adulto no fuera capaz de compartir con ellos el juguete por razones que escapaban a su control pero, por el contrario, se mostraron agitados cuando resultó evidente que el adulto, simplemente, no tenía intención de compartir.

Según la directora del estudio, Heidi Marsh, los bebés son capaces de diferenciar si se les está gastando una broma o si se está siendo manipulador con ellos, y además saben cómo transmitir su opinión al respecto. Según Marsh, esta es la primera demostración empírica de que los bebés tan pequeños son capaces de comprender las intenciones de los actos de los adultos.

Hasta el momento, se habían obtenido evidencias basadas únicamente en la habituación visual de los niños ante determinados estímulos (la habituación en psicología es el proceso de acostumbramiento o aprendizaje no asociativo a los estímulos del medio interno o externo, y está considerada una forma alternativa de integración).

Es decir, que estudios previos habían observado los patrones de las miradas de los pequeños cuando a éstos les eran presentados estímulos diversos pero, según la investigadora, esta fórmula de estudio resulta demasiado abierta a interpretaciones y, en consecuencia, a conclusiones confusas.

Por otro lado, en investigaciones anteriores se concluyó que la capacidad de diferenciar las intenciones de los adultos no se desarrollan hasta los nueve meses de edad, algo que el estudio de Marsh desmiente.

La investigadora señala que un niño de seis meses de edad, comparado con uno de nueve meses, expresa de manera distinta lo que sabe.

Durante el estudio, los bebitos fueron sometidos a tres situaciones en las cuales el centro siempre fue un juguete: de bloqueo, de burla y de juego. En cada una de estas situaciones hubo una condición de incapacidad de compartir el juguete y otra de resistencia a compartirlo por parte del adulto.

Así, por ejemplo, en la situación de burla, el adulto extraño sostuvo un sonajero cerca de los niños y, después, lo ocultó detrás de él (condición de resistencia a compartir). Asimismo, una atractiva pelota cayó accidentalmente, de manera que quedó fuera del alcance del adulto (condición de incapacidad de compartir).

Los movimientos visibles tanto del adulto como del juguete fueron reflejo de las condiciones de cada prueba, esto es, fueron diseñados para que los niños pudieran comprender las intenciones o la situación del adulto.

Incluso las expresiones faciales de éste se utilizaron para expresar resistencia a compartir o incapacidad para hacerlo.

Los resultados fueron los siguientes: los niños de ambas edades (seis y nueve meses) desviaron sus miradas durante las pruebas en que el adulto se mostró renuente a compartir.

En estas pruebas, además, los niños de nueve meses dieron golpes con sus brazos, mientras que los bebés de seis meses mostraron otro tipo de reacciones correspondientes a afectos negativos, como fruncimiento del ceño. Estas reacciones no se dieron en ningún bebé en las condiciones de incapacidad para compartir el juguete.

Otro dato revelado por la investigación fue, según Marsh, que aquellos niños más independientes resultaron ser menos expresivos ante las situaciones de renuencia a compartir (por ejemplo, lloraban menos que otros), pero físicamente más proclives a demostrar una resistencia activa a la situación.

Esta diferencia sugiere que es importante analizar las habilidades sociales y cognitivas de los niños para comprender el espectro de comportamientos sociales que puede darse a estas edades. La revista Infancy ha publicado un artículo detallado sobre esta investigación.

La inteligencia y las capacidades de los más pequeños han sido objeto de diversos estudios en los últimos años. Sus resultados han permitido constatar el sorprendente grado de conciencia de los bebés, demostrando, por ejemplo, que éstos, con tan sólo cinco meses, son ya capaces de diferenciar entre sólidos y líquidos o que, con sólo dos o tres días de edad, ya pueden detectar el ritmo de la música.

Fuente: www.neomundo.com.ar (Yahoo noticias)
Masturbación infantil
A los cuatro o cinco meses, los chicos descubren el placer al tocarse los genitales. Y no tienen ninguna inhibición de hacerlo cuando sienten ganas. El bebé, cuando se siente desnudo, en lugar de chuparse el dedo gordo del pie, empieza a tocarse y a jugar con el pene: no parece haber otra cosa en el mundo más interesante para él.

INVESTIGANDO EL CUERPO
Desde que nace, el bebé comienza a explorar lo que lo rodea: por un tiempo largo llevará a la boca todo lo que esté a su alcance. A medida que pasa el tiempo - alrededor del cuarto mes -logra mover sus manos y toma cuanta cosa despierte su curiosidad.
Poco a poco, su propio cuerpo se convierte en motivo de interés: comienza a investigarlo. Al tocarse los genitales, surgen sensaciones placenteras. Podemos ubicar los inicios de la masturbación en esa temprana época del desarrollo: es una forma de autoconocimiento. Y no significa nada más que eso, ni conduce a un mal hábito. Los bebés descubren sus genitales en la mitad de su primer año, del mismo modo que descubren los dedos de las manos y de los pies: también los manosean de la misma forma explorándose a sí mismos con curiosidad.
Cuando el chico descubre cómo obtener placer, intentará repetir la experiencia. A veces el niño recurre a la masturbación por falta de compañía: no tiene más remedio que complacerse por sí mismo. Si le prohibimos esta gratificación y no la reemplazamos por la compañía que el pequeño ha estado solicitando, frustramos una necesidad. Por otra parte, la masturbación representa una descarga de energía que no encuentra otra vía de escape.

¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?
Los papás nos ponemos tensos cuando nuestra hija se balancea "a caballo" de un pasamanos, muy entusiasmada. Le ponen los pañales o la sacan de ahí "porque se puede lastimar".
Es necesario modificar nuestra actitud y permitir que el chico se sienta menos culpable y ansioso para que, años más tarde, sea más comprensivo y tolerante con sus propios hijos.

¿QUE HACER CUANDO DESCUBRIMOS A NUESTRO HIJO?
- Podés distraerlo hacia otra actividad, pero no te sientas obligada a hacerlo. Es preferible no darle la idea de que la masturbación o sus genitales son malos o desagradables: seguramente queremos que nuestro hijo mantenga un sentimiento natural hacia todo su cuerpo.
- Si se atemoriza de cualquier parte de su persona, su atención se concentrará aún más en ella. Si intentás detenerlo diciéndole "no, no", dándole una palmada en la mano o apartándosela, se empecinará. Este interés temprano por el sexo es parte natural del lento proceso de crecimiento y aparece en todo niño sano.

¿Y Si SE ACOSTUMBRA?
La masturbación es frecuente desde los primeros meses de vida hasta los cuatro o cinco años. Luego parece perder interés por un tiempo más o menos prolongado e irrumpe nuevamente a partir de los once o doce años cuando entra en la adolescencia. No obstante, estas edades son estimativas: tu hijo puede no ajustarse con exactitud a estos parámetros.
Este comportamiento está dentro de lo normal: no te angusties si tu hijo lo hace ocasionalmente. Pero cuando el niño recurre a ella como único medio para aliviar tensiones, es evidente que existen dificultades emocionales que son necesarias investigar. Nos referirnos a aquellos niños que sólo logran tranquilizarse o conciliar el sueño frotando los genitales con la mano, almohada o partes de su cuerpo.
En cualquier edad, existen niños que manipulan demasiado sus genitales, a veces, en público. Apenas parecen darse cuenta de lo que están haciendo. Por lo común son chicos muy tensos y preocupados: no están nerviosos porque se masturben; se masturban porque están nerviosos. La cuestión consiste en averiguar la causa de su tensión en lugar de atacar directamente la masturbación.Es importante recordar que la masturbación no es grave si no restringe el interés del niño por otras actividades. Si no es así, despreocupate y tratá de no cargar de mayor ansiedad a tu hijo.
Por último, insistimos en que es comprensible la actitud sancionadora de los padres frente a la masturbación. Por eso mamá o papá, no se desorienten ni se angustien si no pueden tomarla con naturalidad. Pueden recurrir al consejo del pediatra, quién podrá orientarlos o, si es necesario, derivarlos hacia el profesional competente que los apoye para resolver su ansiedad y la de su hijo.
La edad de los porqués ????

A partir de los 2 años de edad, tu hijo descubre que puede comunicarse mediante las palabras. Y si antes no se cansaba de tocar todo, ahora no deja de preguntar. Repite todo el tiempo la misma pregunta, necesita identificar a las personas y a las cosas y ponerles un nombre. Plantea la misma pregunta a diferentes personas para verificar y escuchar una vez más la respuesta. La repetición es una de sus formas de aprender y la curiosidad es normal en cualquier chico saludable

La edad de los porqués es una etapa fundamental para el desarrollo del lenguaje infantil ya que el vocabulario se va enriqueciendo con las respuestas. En general, las niñas aventajan a los varones de la misma edad y conservarán este adelanto durante varios años.
Pero, cuidado, no todos los chicos evolucionan a la misma velocidad. Estas diferencias se deben a las distintas habilidades personales, así como algunos niños caminan antes, otros son precoces para hablar. Pero también influye mucho el ambiente en el que viven. Para estimularlos es imprescindible que se respondan sus preguntas y se los aliente en sus progresos.

Cuando tu hijo comience a plantearte preguntas, estará realmente interesado en tus respuestas, aunque no lo demuestre. Poco a poco, va a poder incorporar palabras nuevas y esto irá facilitando las explicaciones. Su mente tiene necesidad de palabras para desarrollarse, así como su cuerpo requiere alimentos para crecer.
Cuando hablas con tu hijo, no sólo le estás proporcionando palabras sino que le estás dando información. Si tu hijo señala un tenedor y te pregunta, ¿y esto qué es?, le vas a contestar que es un tenedor y que se usa para comer. Así, va asociando actividades, funciones e ideas relacionadas a la nueva palabra.

Su inteligencia se amplía con esta gimnasia mental, se interesa en cosas cada vez más difíciles, se enfrenta a objetos nuevos, a palabras raras, a situaciones desconocidas y saca conclusiones. Su inteligencia pasa de ser empírica a ser reflexiva. Le interesa más la razón de ser de las cosas que el nombre de las mismas. Pregunta muy a menudo por qué y también empieza a usar el porqué.

El lenguaje transforma completamente la vida y el horizonte de tu hijo, le permite penetrar en el mundo de los adultos. Hasta entonces, sólo podía hacerse comprender por los adultos. Ahora, con su vocabulario más elaborado, puede comunicarse con otras personas que nos son de su núcleo familiar.
Al poder hablar, tu hijo de dos años y medio siente soltura y confianza en sí mismo, está muy contento con esta nueva forma de independencia, como cuando empezó a caminar. La marcha y la palabra lo hacen un nuevo miembro de la sociedad. Por eso, a esta edad busca la compañía de los adultos y les plantea preguntas incansablemente.

Lógica infantil
El niño tiene una manera muy personal de ver las cosas. Observa los detalles ínfimos y al comparar, conecta entre sí cosas que nunca vincularía un adulto. En su libro "Yo crío mi hijo", la Dra. Laurence Pernoud cita el ejemplo de un chico que había dicho, "una laucha es como un elefante". El niño había visto entre esos dos animales un rasgo común, que los adultos pasamos por alto, el color gris.
Tu hijo tiene su propia manera de razonar, la famosa lógica infantil. Registra todo lo que oye y extraé sus propias conclusiones. Por ejemplo, puede preguntar, ¿quién es la mamá del ternero?. Se le contesta, la vaca. ¿Quién es la mamá del pollito?, la gallina, y el pequeño concluye, "la mamá del agua es la canilla".
Como empieza a alejarse del círculo familiar, observa a los otros, estudia sus conductas, trata de imitarlos y sobre todo, de situarlos en su universo. Por ejemplo, ¿el tío Juan, de quién es hermano? ¿La abuela es tu mamá? Luego descubre que papá y mamá tienen cosas comunes con otras personas que él no conoce, papá es un señor, mamá es una señora como aquellos y aquellas que se cruzan en la calle. Y siente deseos y necesidad de aproximarse poco a poco a los otros, grandes o pequeños, y averiguar todo lo posible con respecto a ellos.
También investiga sus propios antecedentes, dónde estaba yo cuando no había nacido. El nacimiento de los bebés y de los animales comienza a interesarle.

Contame un cuento
A los tres años comienza a florecer la imaginación, sin ella no habría verdaderamente un ser humano. Es exigente y para alimentarla el niño reclama historias y cuentos. El mejor momento para contar historias es por la noche, cuando mamá y papá tienen más tiempo. Los cuentos son un buen método para hacer acostar a un niño. El pequeño, para retener a sus padres, comienza a hacer toda serie de preguntas, y su vocabulario va haciendo grandes progresos, sabe situarse dentro de las circunstancias, pedir información con más exactitud y dejarse llevar por la fantasía.
A esta edad, la imaginación y la fantasía gobiernan su mundo, comienza la edad de oro de las palabras infantiles. La mayoría de los términos y expresiones de tu hijo que nos encantan provienen simplemente de su manera de pensar y de ver las cosas.
Casi siempre nuestras respuestas a sus inquietudes comienzan con "es para"... "es como". Escuchando estas explicaciones , el pequeño adopta esas dos formas de entender las cosas que lo rodean, por el uso y por la semejanza.
Desea conocer el significado de todo lo que ve y saca conclusiones, todo lo relaciona consigo mismo. Si ve un tren, inmediatamente quiere saber, ¿viajare algún día en tren?

El poder de las palabras
Alrededor de los tres o cuatro años surgen nuevos miedos: temor a la oscuridad, a los perros u otros animales, a la muerte, a las personas lisiadas. En este período la imaginación del niño ha llegado a un punto en el cuál puede ponerse en el lugar de otras personas y percibir peligros que en realidad no ha experimentado.
Por esto, no se conforman con sólo saber la causa de todo, sinó también qué tiene que ver con él. A esta edad aparecen las preguntas acerca de la muerte. Oye por ahí algo acerca de morir y de inmediato quiere saber que significa morir y pregunta, ¿moriré yo?
Para contestar este tipo de inquietudes tenés que tratar de que las primeras explicaciones no suenen atemorizantes. Podrías decir, todos debemos morir algún día. La mayoría de las personas mueren cuando son muy viejitas, se sienten muy cansadas y dejan de vivir. Si sos creyente probablemente le explicarás en términos religiosos, "estaba muy enfermo y Dios lo llevó al cielo para cuidarlo". Es importante que cuando hables de estos temas, abraces y le sonrías a tu hijo, y también que le hagas notar que ustedes permanecerán juntos durante muchos años.
Otro tema favorito de la edad de los porque es la diferencia entre las niñas y los niños.
Si tu hijo de 3-5 años ve una chica desnuda, puede asombrarse al notar que no tiene pene y puede preguntar al respecto. Si la respuesta no lo satisface, imaginará que la niña lo ha perdido y aparecerá un pensamiento angustiante. "Esto podría ocurrirme a mí también". Una niña de la misma edad experimentará una ansiedad similar, ¿por qué no tengo pito? Estas inquietudes son normales y necesitan respuestas sencillas y tranquilizadoras. Es importante entender que no va a preguntar como un catedrático, ni que sus preguntas implican un interés especial por lo sexual. Para él, este tema es tan importante como cualquier otro.
Por eso es fundamental contestar todas su preguntas sin ir mas allá de sus dudas y tomando el tema con naturalidad. Resulta útil ayudar a que tu hijo exprese sus miedos en forma abierta para poder ahuyentarlos. Le podrías explicar que los hombres y las mujeres están constituidos de manera diferente, es importante que sepa que mamá y papá están contentos de ser como son y lo quieren a él tal como es.

A partir de los 3 años, tu hijo ya se expresa bien, lo que le facilita las relaciones con el medio. En su cerebro, ahora esta casi completo el arsenal de la inteligencia, memoria, comprensión, lógica, juicio, voluntad, imaginación. En el aspecto afectivo, se ha convertido en el pequeño compañero que se tiene de la mano para pasear, con el cuál uno intercambia preguntas y explicaciones en un diálogo que anuncia ya una verdadera conversación.

viernes, 24 de junio de 2011

La cabecita del bebé: Boca arriba o Boca abajo

Para dormir, para jugar, para curiosear... el bebé necesita una posición diferente para cada actividad. Veamos cuándo hay que cambiarle de postura.

Cómo acostar al niño

La imagen de un bebé durmiendo boca arriba y con los brazos y piernas abiertos y relajados nos proporciona una agradable sensación de paz, tranquilidad y ternura.

Pero hay más, esta postura, recomendada desde hace algunos años por los pediatras de todo el mundo, ha salvado la vida de muchos niños. Hasta que se descubrió que dormir boca abajo podría ser un factor más en provocar el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), era muy habitual acostar al niño sobre su tripita: se creía que de esta forma expulsaba mejor los gases y, si vomitaba, se evitaba su asfixia. Cuando se comprobó que, por el contrario, eso no hacía más que aumentar el riesgo de asfixia, se recomendó cambiar la posición, al menos durante el descanso del bebé.

Según las últimas investigaciones, una anomalía en una parte del cerebro que controla la respiración, el ritmo cardiaco y el despertar podría ser la causa del SMSL. Cada año mueren por este síndrome aproximadamente siete de cada 10.000 bebés durante los primeros meses de vida. Y eso que ha descendido en más de un 50% desde que los niños duermen boca arriba

Consejos para prevenir la muerte súbita

Pero para prevenir la muerte súbita mientras el pequeño duerme, además de colocarle boca arriba, hay que tomar otras medidas:

  • Si tiene reflujo, conviene que el colchón esté elevado unos 45 grados.
  • Dentro de la cuna no debe haber juguetes.
  • Las almohadas están totalmente desaconsejadas.
  • El colchón ha de ser firme, nunca blando o demasiado mullido.
  • Es fundamental no abrigarle demasiado. Debemos evitar el exceso de ropa y temperaturas elevadas en su habitación.
  • Fumar o tomar drogas durante el embarazo y la lactancia es altamente peligroso.
  • Por último, hemos de mantener limpio el ambiente, no permitir que se fume y preparar su habitación con antelación (si se va a pintar, hacerlo al menos una o dos semanas antes de su llegada a casa).

 Inconvenientes
Tener al bebé acostado boca arriba durante varias horas al día ha provocado un aumento importante de casos de plagiocefalia, que es la deformación del cráneo, e incluso de un lado de la cara, por una presión constante sobre la misma zona de la cabeza. Al estar tanto tiempo apoyado sobre el colchón de la cuna o el cochecito, la cabeza, sumamente blanda y con las suturas y fontanelas aún abiertas, se va deformando y aplanando poco a poco, sobre todo en la zona superior de la nuca.

Por eso, la posición boca arriba mientras duerme no debería mantenerse sobre un punto de apoyo fijo del cráneo, sino que de vez en cuando conviene realizar cambios de postura, alternando el giro de la cabeza hacia derecha e izquierda. El resto del día, mientras el niño esté despierto, conviene cambiarle de postura, cogerle en brazos y también colocarlo boca abajo.

Estar con la barriguita sobre el colchón, además de prevenir la deformación de la cabeza, es sumamente beneficioso para el desarrollo del bebé. Colocarle boca abajo algunos ratos al día le ayudará a conseguir una buena extensión de la columna. Además, podrá adquirir progresivamente el tono muscular necesario para, primero, sujetar la cabeza y, posteriormente, lograr desarrollar otras destrezas como darse la vuelta o gatear.

Gracias a este ejercicio continuado, a medida que vaya creciendo, el pequeño adquirirá mucha más fortaleza y coordinación en los músculos de la parte superior del cuerpo.

Además, desde el punto de vista sensorial, esta posición le proporciona una perspectiva diferente y completamente nueva de todo lo que le rodea. Eso sí, tiene que estar despierto y vigilado constantemente. Y otra cosa a tener en cuenta: es mejor ponerle boca abajo preferentemente antes de la toma, en especial durante los primeros meses de vida, en los que el esfuerzo que debe realizar para sostener la cabecita puede provocarle el vómito.

Acostumbrarle poco a poco

Hasta que adquiere fuerza en el cuello, el «peloteo» de la cabeza puede resultarle incómodo y provocarle el llanto al cabo de unos minutos. Por eso, especialmente en las primeras seis semanas de vida, es ideal tener otra alternativa: durante cinco minutos y varias veces al día le pondremos en la posición tummy, es decir, en brazos y mirando hacia atrás sobre el hombro de mamá o papá. De esta forma estará protegido y arrullado y, a la vez, ejercitará los músculos de la cabecita, que podrá girar de un lado a otro.

 Otra postura, magnífica para esta edad, es colocar al bebé encima de nuestro pecho mirándonos a la cara. Muchos padres lo hacen de manera espontánea. Es un ejercicio buenísimo que además fomenta el apego emocional.

A partir de los cuatro o seis meses, si además el bebé ya está habituado, tendrá mucha mejor disposición para estar boca abajo bastante más tiempo. Ya tiene la habilidad necesaria para jugar en esta postura, darse la vuelta e incluso apoyarse con las manos para soportar su propio peso, un ejercicio que posteriormente le facilitará la habilidad de abrir y estirar los músculos de las manitas para poder coger y agarrar objetos.

Juegos que le ayudan

Conviene realizar los ejercicios que proponemos a continuación varias veces al día, cuando el bebé esté despierto, en periodos cortos de tiempo y siempre vigilado por los padres. Los mejores momentos son después del baño, durante el cambio de pañal y antes de la toma. Al principio basta con mantenerle boca abajo un ratito, lo que aguante. Si no está a gusto y comienza a protestar, lo dejaremos. No es cuestión de que pase un mal rato.

Nos ponemos a su nivel para que nos vea bien la cara, así podremos llamar su atención hablándole, cantándole o haciendo muecas divertidas. Esto le obligará a erguir su cabecita y mirarnos.
A partir del quinto o sexto mes, colocamos un espejo frente a él, el reflejo le sorprenderá mucho y hará que mantenga su cabeza erguida durante más tiempo.

Una vez adquirido el control de la postura, con apoyo en los codos, se le pueden acercar y ofrecer sonajeros y juguetes. De esta forma descubrirá que esta postura le da libertad y es más divertida.
Cuando ya se mantenga perfectamente sobre la tripa y las manos (eso será hacia los siete u ocho meses), le mostramos juguetes a derecha e izquierda para que se gire hacia ambos lados para cogerlos.

Prevenir o corregir la plagiocefalia

Los cambios de posición realizados precozmente y con constancia son muy eficaces y evitan la mayoría de las plagiocefalias.
La cirugía no suele ser necesaria si se siguen las recomendaciones de los pediatras.

Únicamente está indicada en los casos de deformidad craneal debida a craneoestenosis (cierre precoz de las suturas craneales) o en casos muy graves de plagiocefalia posicional.

Si los ejercicios han resultado insuficientes, es posible que la preferencia del pequeño por apoyarse sobre un lado se deba a una contractura de los músculos del cuello.

En estos casos, la rehabilitación consiste en hacerle ejercicios de estiramiento del cuello, cuya técnica deben enseñar y supervisar el pediatra o el médico rehabilitador infantil.


Autora: Luz Bartivas.

Asesora: Dra. Dorotea Blanco, médico neonatólogo de hospital Gregorio Marañón de Madrid.

29º mes - Hermanito al acecho

 

La llegada de un hermanito es una experiencia muy fuerte para cualquier chico.
Ansiedad, temor, rechazo, amor y celos son varios de los sentimientos que se despiertan y que pueden llevar a situaciones conflictivas. Veamos algunas de las más comunes, sus causas y una posible solución.

Tristeza por la llegada del nuevo bebé:

"Que se lleven al hermanito", "Ahora no quiero nada que venga", "¿Y si lo tiramos a la basura?" Estas son algunas de las muchas frases que cualquier niño normal puede decir ¿A qué se deben? Posiblemente se sienta ignorado con la llegada del futuro bebé, la mayoría de la familia está ahora pendiente del gran acontecimiento y él se siente en segundo plano, perdiendo su posición del "rey del castillo".

¿Qué hacer?

- Permitile expresar sus sentimientos negativos y no lo castigues cuando lo haga. Reconocé su dolor, bronca o celos y aprovechá la oportunidad para reasegurarle que sigue siendo especial.

- Tratá al bebé en forma abiertamente cariñosa y amorosa. Si evitás hacerlo en presencia de su hermano, éste podría pensar que tu amor es fluctuante y que sólo lo demostrás en ausencia de un tercero.

- Según la edad que tenga, pedile que te ayude con alguna tarea del cuidado del bebé.

- Tratá de jugar sólo con él mientras el bebé duerme. Esta es una buena forma de reasegurar el vínculo.

"¡Acá estoy!" Quiero atención, por favor

Ya había dejado los pañales y se vuelve a hacer pis. O habla como un bebé. O quiere la teta.. Tu hijo actúa sus sentimientos de celos, en lugar de decirlo lo hace. Como siente que el bebé es el foco de la atención de todo se comporta como uno.

¿Qué hacer?

- Poné límites a sus conductas, no a sus sentimientos. Por ejemplo, le podés decir "no hace falta que te portes como un bebé para que yo me de cuenta que estás celoso".

- Mostrale otra forma de manejar su bronca.

- Que te ayude a atender al bebé, que te alcance un pañal.

- Tenele paciencia y tolerancia, sobre todo, no lo critiques ni lo burles.
"El es el favorito"

Muchas veces un chico puede quejarse de que siempre el otro recibe un mejor trato o es más tenido en cuenta. Antes que nada, escuchá atentamente las quejas y pensá si realmente tienen fundamento. Muchas veces, sin darte cuenta, podés actuar en forma privilegiada con un hijo, ya sea porque es el menor, porque está con fiebre o simplemente porque es un comprador.

En caso de que sea así, está en vos cambiar la conducta. Puede ser que el quejoso necesite un poquito más de atención y mimos, que reconozcas sus limitaciones.

28º mes - Lectores que no saben leer

 

A partir del año, el niño puede manifestar cierta fascinación por los cuentos. Aprovechemos esta oportunidad para enseñarles a amar los libros y la fantasía. ¿Cómo hacerlo?
Muchos padres dicen que se sienten tontos al leer una historia a un niño de 2 años. Es probable que su hijo no pueda captar todo el sentido de su relato, sin embargo, son claros los efectos que la lectura puede dejar en el niño. Esta es una de las mejores maneras de profundizar el vínculo entre padres e hijos.
La magia del relato

Cuanto más pequeño es el niño, más familiar le debe resultar el entorno del cuento - aunque por supuesto, esto no es una norma inquebrantable -. El final siempre ha de ser feliz. Pero, por encima de todo, está la calidad de la narración. Si los libros infantiles le resultan aburridos, has elegido mal. Si los cuentos son estáticos y monótonos, destruirá la inclinación natural del niño por la literatura.
¿QUE LEER A CADA EDAD?

Al año:
A esta edad los chicos comienzan a dar vuelta las páginas del libro y se sienten atrapados señalando las imágenes. Las ilustraciones de los libros deben ser muy buenas y los relatos muy simples.

A los 2 años:
Los chicos necesitan libros que disfruten todas las veces que te pidan que se los leas. A esta edad, suelen ser tan rígidos que repiten ritos. Se entusiasman con un libro y lo quieren leer cada día, más o menos a la misma hora. A pesar de esto, tené variedad de libros para que pueda elegir.
Un dato importante es que sus cuentos deberían estar situados al alcance de su mano, pudiendo disponer de ellos cuantas veces lo desee. Por lo general, los cuidan bastante bien y casi nunca destruyen lo que les gusta.

A los 3 años:
Disfrutan de los libros cuya historia se centra en la vida de otros niños. Intervienen todo el tiempo en el relato, interrumpiendo con preguntas y observaciones. Buscan más acción y aventuras.
Reglas para leer en casa
- Nunca dejes de leerles a tus niños, aún cuando ellos ya lean por sí mismos. Es una inmejorable fuente de comunicación. Dedicá siempre una parte del día para ello.

- Estimulá la recreación de las narraciones por parte de los niños: que disfruten, comenten, cambien y VIVAN cada relato.

- Armá una biblioteca infantil. Será un tesoro invalorable para tus hijos.

- Buscá libros que se adecuen a la realidad de tus niños: llegada de un hermanito, celos, cumpleaños, hora de dormir, control de esfínteres, relación con los demás.

27º mes - ¿Inodoro o bacinica?



Tu hijo ya le dijo adiós a los pañales y aprendió a pedir a tiempo. Ahora se inicia una nueva aventura: la de "hacer como los grandes". Algunos chicos quieren usar el inodoro, como papá y mamá. Otros se mantienen fieles a la bacinica.
El pequeño ha comenzado a pedir y mamá salta de alegría. Pero no pasará mucho tiempo hasta que caiga en la cuenta de que las bacinicas e inodoros traen consigo nuevas complicaciones.
PRIMERO FUE LA BACINICA

En el momento de iniciar el aprendizaje del control esfinteriano, es conveniente elegir una bacinica que reúna ciertas condiciones: cómoda, fácil de higienizar y que le permita apoyar los dos pies en el suelo. Así se sentirá seguro y se adaptará con mayor rapidez.

Excepto durante las noches más frías, nunca coloques la bacinica en el dormitorio o en la cocina. Siempre se debe usar en el baño: tu hijo aprenderá desde el principio que cada cosa tiene su lugar y se acostumbrará a hacer sus necesidades donde corresponde.

Pero una vez que se ha acostumbrado a la bacinica, el pasaje al inodoro no siempre resulta sencillo. Si bien algunos se muestran ansiosos por "hacer como los grandes", otros manifiestan verdadero temor y se resisten con vehemencia cuando intentamos sentarlos en este artefacto.
EL SEÑOR INODORO

Y tiene sus razones. Los sanitarios no están hechos para ellos. Si el chico orina de pie, su estatura no le permite alcanzarlo. Si está sentado, sus pies no alcanzan el suelo: le falta el apoyo y puede sentirse inseguro y con temor a caerse dentro de lo que para él es un inmenso agujero.

En estos casos un adaptador para inodoro puede ser la solución. En sus diferentes formas -una simple tabla más pequeña o más sofisticados - le brindan al niño la seguridad que necesita para adaptarse al cambio.

Es frecuente que los niños quieran ensayar diferentes formas de orinar y que los padres se inquieten. No hay inconveniente que al comienzo los varones quieren orinar sentados. Más adelante, la imitación los llevará a adoptar la posición masculina.

Otra fuente de temor ante el inodoro es la brusca descarga de agua entre la que desaparecen sus deposiciones. Para el chico, la caca y el pis son partes de él mismo que se desprenden. Le interesa saber cómo y de dónde salen y adónde van.

Más aún, su expulsión le produce placer. Para él no son algo desagradable, sino querido, y no es asombroso que lo encontremos jugando con su materia fecal. El valor que él le atribuye incrementa todavía más por la atención que mamá y papá ponen en ellos: toda la familia está pendiente de si el nene hizo o no hizo, pidió o no.

Entonces no le resulta fácil comprender que ocurre cuando su preciada materia es tirada con cara de asco y desaparece en medio de un ruido fenomenal. Ante esta situación, lo más conveniente es explicarle al niño con claridad qué ocurre con sus excrementos y cuál es el mecanismo ("ahora vamos a apretar el botón y va a haber un ruido fuerte, no te asustes, es agua"). Las explicaciones naturales y sin exageraciones disminuirán su ansiedad.
FUERA DEL HOGAR

Todo va bien cuando estamos en casa, pero el problema continúa cuando salimos. "Imaginate, estamos en la cola del banco y a Martín se le ocurre hacer pis. El tiempo alcanzó apenas para llegar al árbol más cercano...". María ya controla esfínteres, pero ahora que empieza el jardín me da miedo, no sé cómo se las va a arreglar."

Todo padre cuyos hijos hayan atravesado esta etapa, tendrá montones de anécdotas para relatar. Es que el aprendizaje del control de esfínteres (sobre todo el uretral) es un proceso lento. Primero, el niño deberá aprender que se está mojando; luego, a reconocer que se está por mojar. Sólo más tarde podrá acostumbrarse a retener para llegar al baño. Todo esto lleva su tiempo, y los accidentes son frecuentes.

Si el niño está concentrado en sus juegos suele olvidarse de sus sensaciones físicas y por eso "se le escapa". Recién cuando logra retener su orina por períodos prolongados estará listo para empezar a arreglarse solito.

El jardín de infantes es un ámbito propicio para ellos: los sanitarios son adecuados a su tamaño y están pensados para que no encuentre mayores dificultades. En general, la maestra los lleva al baño los primeros días, para que reconozcan el ambiente y aprendan el camino. Si existe alguna resistencia en el niño, se disipará al ver a sus compañeritos.
YO PUEDO SOLO

Tarde o temprano llega el momento en el cuál el niño expresa muy decidido: "quiero ir al baño solo". Mamá teme que no pueda manejarse e intenta acompañarlo. El berrinche se avecina. Este deseo del niño - como todo signo de crecimiento- debe ser respetado, pero con ciertas condiciones. Podrá ir al baño solo en casa, pero deberá aceptar ayuda de mamá en un baño público y en todo lugar donde las condiciones sanitarias lo requieran.

Mamá deberá tener paciencia y soportar las montañas de papel higiénico, hasta que el peque aprenda a utilizar la cantidad justa. Deberá también tratar de colaborar en esta aventura, poníendole ropa cómoda y fácil de quitar. Nada de botones imposibles de desabrochar. Con los varoncitos, mucho cuidado con los cierres de cremallera: se pueden evitar los accidentes con pantaloncitos con elástico.
TIEMPO AL TIEMPO

Es importante recordar, que el aprendizaje del control de esfínteres requiere de cierta maduración previa al sistema nervioso, que sólo alcanza alrededor de los dos años. Este aprendizaje, como cualquier otro, debe basarse en la maduración del niño y no en las necesidades paternas.

Cualquier intento por inculcarle estos hábitos antes de tiempo será contraproducente. Un chico sólo puede adquirirlos a partir del momento en que tiene un lenguaje mínimo que le permita comunicar sus necesidades, manejar objetos con soltura y ser capaz de subir y bajar solo por una escalera. Recién entonces él mismo experimentará el placer en controlar sus necesidades y hacer lo mismo que los adultos: ir al baño solo.

26º mes - Ya soy grande

 

El aprendizaje del control de esfínteres es un proceso que demanda mucha paciencia: para los padres que deben enseñarlo, y para los chicos que "accidente tras accidente", deben aprenderlo.
Juntos al baño

Es fundamental motivar al niño en este nuevo emprendimiento. Al niño le encantará escuchar que ya es grande y que por eso debe dejar los pañales. Es útil contarle brevemente cómo se produce el proceso de digestión y qué señales corporales le indicarán que debe ir al baño. Al respecto, ayuda mucho permitirles a los varones que vayan al baño con papá y a las niñas con mamá. En esta edad disfrutan imitando las conductas de los mayores.

Otra forma de sensibilizarlos es llevarlos a jugar en el baño: que tiren de la cadena, que corten el papel, que ubiquen la pelela en su rincón favorito y que se suban y bajen la bombacha o calzoncillo.
Planear un día de compras

Una forma de hacerlo participar es planear un día de compras juntos. Esta debe ser una salida exclusiva donde puedas dedicarle toda tu atención. Antes de comprar la pelela permitile que las mire, las toque y que elija la que más le guste.
Manos a la obra

Durante las primeras 2 semanas hay que continuar con los pañales, llevándolo al baño y sentándolo sobre la pelela o inodoro. No lo dejes solo y acompañalo hasta que termine. Procurá llevarlo al baño en la mañana al levantarlo, después de las comidas o antes de ir a dormir; a la noche y a la siesta. Durante el día puede intentarse una visita al baño cada 2 horas, sentarse y esperar... En algunos de estos intentos empezará a usar la pelela. En fin, lo hizo: felicitalo con mucha ternura por el logro conseguido. Y, de a poco establecerá una relación entre sus sensaciones físicas de necesidad y la pelela.
Alentar los logros

Además de celebrar cada vez que use la pelela o pida ir al baño, es conveniente premiarlo inmediatamente después de sucedido. Los mejores premios son un gran beso, un fuerte abrazo y una sonrisa. Esto le incitará a repetir el comportamiento y fortalecerá su autoestima.

Por el otro lado, no hay que festejarle un "accidente" porque este refuerzo positivo de una conducta indeseada le provocará confusión. Tampoco hay que enojarse cuando no lo logra, no debe sentir que está en juego el amor de sus padres. Hay que evitar los comentarios tipo "chancho" u otros por el estilo. Podría inhibirse, y en el futuro, reterner la orina o las heces. Jamás hay que castigarlo por ensuciarse, aunque sí mostrarle tu descontento, pero sin exagerar.
El chico está creciendo y aprendiendo, como lo hizo cuando empezó a caminar. Este aprendizaje tiene características diferentes: se ensucia, huele mal y se molesta. Pero está intentándolo y necesita ser acompañado en el proceso.
¿Cuándo sacarle los pañales?

Esta es la gran pregunta. Lo conveniente es hacerlo cuando logra usar la pelela varias veces al día y se mantiene seco durante varias horas. Es el momento de darle la gran noticia: comenzará a usar ropa interior.

Durante algunos días ocurrirán un par de "accidentes", pero no serán razón para volver a los pañales. No hay que olvidarse de llevarlo al baño antes de ir a dormir o después de haber tomado mucho líquido.

Todos los chicos aprenden a ir al baño. Este proceso puede ser más o menos rápido según cada caso y es fundamental que los padres los acompañen en esta etapa tan importante que los lleva hacia la independencia.
6 pasos hasta el inodoro:
1. Siente molestia frente al pañal sucio.

2. Permanece seco por largos períodos, incluso después de dormir.

3. Manifiesta sus deseos de ir al baño o avisa inmediatamente después de hacer sus necesidades.

4. Se interesa por saber qué hacen sus padres y hermanos en el baño.

5. Comienza a usar las palabras "yo", "mío", "no".

6. Muestra las primeras conductas de búsqueda de independencia.

PARA RECORDAR
· No es conveniente empezar antes de los 2 años.
· La época del año no influye.
· Hay que explicarle lo que va a hacer.
· Hay que premiarlo por sus logros y no castigarlo por sus accidentes.
· Nunca dar pasos atrás: por ejemplo;: volver al pañal.
· Hay que tener paciencia y respetar los tiempos del chico.
· El niño puede bajarse y subirse los pantalones, abrocharse y desabrocharse los botones.
· El niño puede realizar otras actividades por sí mismo como lavarse, peinarse, comer, etc.

25º mes - Inventores se forman

 

Ya sea un futuro Picasso o un analfabeto para la pintura, el dibujo tiene un papel fundamental durante la infancia".
En sus obras, los chicos dan cuenta de su carácter, sus problemas y preocupaciones secretas. Reproducen sus imágenes internas, lo que han descubierto del mundo y de sí mismos.

Sabiendo que una serie de dibujos sucesivos son como un documento que refleja el proceso evolutivo, diversos autores se han interesado en estudiar la producción gráfica infantil, diferenciando en ellas etapas o momentos por los que atraviesa inexorablemente todo chico.

Estas etapas guardan un orden, una sucesión constante que no puede saltearse o invertirse, y mantienen relación con la edad cronológica. Teniendo en cuenta que la edad estimada es un promedio y, que según el ritmo de desarrollo de cada personita pueden producirse adelantos, retrasos, estancamientos o aceleramientos bruscos, vamos a recorrer la evolución del grafismo infantil.
Los primeros trazos, 18 a 24 meses
Desde que un chico descubre que un lápiz sobre un papel deja una marca, comienza a garabatear donde y como puede. Estos primeros trazos se realizan en forma desordenada y sin control. El lápiz, tomado en puñal, recorre el papel en todas las direcciones, los movimientos son amplios y expansivos, siguen la curva del cuerpo y guardan relación con el tamaño del chico.
Esta primera etapa ha recibido diversos nombres: garabateo descontrolado, vegetativo motriz, sin nombre, etc., pero lo importante es que todavía no hay ninguna intención de reproducir el medio. El garabateo no representa otra cosa que la imagen de un estado interno.
El lápiz es sentido como una prolongación de sí mismo, y el papel representa el espacio en el que el chico se mueve. El placer reside en el movimiento, (en el registro de la actividad kinestésica, explorar, sentir y vencer una resistencia). Se lleva a cabo como un acto furtivo, una descarga inmediata, y sólo por el interés del adulto adquiere carácter permanente.
La experiencia gráfica se convierte en un medio de comunicación, a partir de que el adulto participa, entra en el juego, y alienta al dialogo por el dibujo.
GARABATOS Y RENACUAJOS

Sin que la primer etapa del garabato desaparezca totalmente, poco a poco el chico aprende a frenar el lápiz, interrumpiendo el trazado. El garabato se vuelve más diferenciado y controlado. Alrededor de los 2 años vemos aparecer esbozos de formas, primero el círculo, luego los ángulos.

A esta altura el chico ha palpado, visto y saboreado muchas cosas. Tiene mayor conciencia del mundo que lo rodea y su repercusión en sí mismo. Ya puede coordinar la vista y el movimiento.

Al placer kinestésico se le suma el goce del dominio visual de las líneas. Comienza a descubrir relaciones entre los movimientos y los trazos, el grafismo y los objetos. Dibuja con una intención, pero sin idea del aspecto que tendrá el dibujo cuando esté terminado. Cuando descubre relaciones entre los trazos y algún objeto, comienza a dar nombre a sus dibujos, lo cuál significa un cambio del pensamiento kinestésico al imaginativo.

Hay un realismo fortuito, es decir, una coincidencia casual del dibujo con la realidad. El nombre se otorga con posterioridad, por eso la misma forma imprecisa puede representar a mamá, y al instante, a una casa.
La primera figura reconocible es la humana, que empieza con el dibujo del renacuajo, y se va perfeccionando paso a paso. Alrededor de los tres años, ya se ven los primeros monigotes con cabeza y tronco diferenciados.
DIBUJO lo que imagino (3 a 6 años)

Alrededor de los tres años, los dibujos se tornan más controlados, distinguibles y reconocibles, y se refieren a cosas que lo rodean. Aparecen personas, animales y casas. Estas formas corresponden a la interpretación familiar de las cosas, pero no a la percepción.

Hay un esfuerzo intencional de imitación, pero no de los objetos sino de la representación mental que tienen de estos. Es decir, dibuja a los objetos como los ve, pero en su imaginación.
Como todavía no se ha desarrollado la capacidad de síntesis, ni la coordinación entre las partes y el todo, aún no establecen relaciones entre los objetos. Dibujan en forma desordenada, de acuerdo al significado afectivo, enumerando y yuxtaponiendo elementos ¿El espacio? Es sólo algo que está alrededor. Por eso las casas vuelan, y los hombres a su lado, parecen gigantes (¿después de todo no son importantes?).