“Alzarlo,
cantarle, acunarlo, hasta la eternidad”
Llevarlo a
pasear en auto . Dejarlo llorar y entrar de a ratitos a
mirarlo. Hacerle un lugar permanente en la cama de los padres...
Todos
los padres de bebés conocen estas
opciones y se inclinan por una o por otra o por todas juntas según la noche y/o
el grado de desesperación. Ya lo dijo
alguien una vez, el que acunó esta frase: ”dormir como un bebé” nunca había
visto dormir a un bebé en su vida. El sueño de los bebés es por definición
interrumpido, en un principio por la necesidad de alimentarse cada pocas horas.
Pero
desde el momento en que las mamaderas nocturnas ya no son estrictamente
necesarias (alrededor del quinto mes)
los padres, más estrictamente las madres, empiezan a dar los primeros
pasos para restituir algún grado de normalidad nocturna. Es aquí donde
entran en juego las distintas teorías.
Algunas
como la del médico español Ed,. Estivill seguido por el estadounidense R.
Ferber, muy de moda, que recomienda “entrenar” a los bebés en el arte de
dormir, dejándolos llorar por períodos cortos, pero progresivos, hasta que
aprendan a dormir solos, e intentar que despierten en la misma situación en la
que se durmieron, para que puedan volver a conciliar el sueño sin ayuda.
En
el otro extremo están algunos adeptos que proponen “la cama familiar”,
remontándose a antiguas costumbres; esta postura recomienda compartir con el
bebé la cama de papá y mamá y dejarlo tomar la leche cuando él quiera durante la noche.
Argumentan que esto previene la muerte súbita, porque el bebé acompasa su respiración con la de los padres y que se
le trasmite mayor seguridad.
En
el medio hay otra postura posible, que es evaluar qué es lo que ocurre en cada
caso.
El
pediatra M. Elman dice “Muchas veces, cuando el bebé presenta algún trastorno en el sueño, es su manera de
expresar algo y lo Puede ser desde
el comienzo de una enfermedad,
hasta alguna situación perturbadora
vivida durante el día (aunque sea solo un paseo, una fiesta).
Alrededor
del quinto mes se considera que el bebé puede dormir de un tirón, pero otro
bebé quizá aproveche para tener a su mamá para él solo, porque no la ve durante
el día.”
Alrededor de los 8 meses (a
veces antes) los nenes atraviesan por la
llamada “angustia de la separación”, que suele acarrear pesadillas. “Esto
ocurre cuando el bebé reconoce sus pies y sus genitales y cobra conciencia de
que su madre es otra persona y teme que si la pierde de vista la pierde del
todo. Entonces la llama de noche y se calma fácilmente cuando ella acude.”
Algunas
premisas para tener en cuenta:
Ø
Si ya no toma leche de pecho que
acuda el padre a su llamado.
Ø
Acudir cuando el
bebé llama, pero no levantarlo.
Ø
No evitarle la
siesta “para que duerma de noche”: esto es contraproducente, ya que si quiere
dormir es porque lo necesita. El sueño no se suma.
Ø
Por seguridad
dormirlo de costado y sin almohada.
Ø
Ir desacelerando el
ritmo de las actividades, preparar un clima para el sueño.
Ø
Crearle una rutina
fija para la hora de dormir.
Ø
Ponerlo a dormir
con un muñeco, un peluche u otro objeto querido por el niño.
Ø
Por más pequeño que
sea hablarle mucho, acariciarlo, pero ser firme; no entenderá lo que se le
dice pero sí la sensación que uno tiene que
transmite: Amor y seguridad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario