Masturbación infantil
A los cuatro o cinco meses, los chicos descubren el placer al tocarse los genitales. Y no tienen ninguna inhibición de hacerlo cuando sienten ganas. El bebé, cuando se siente desnudo, en lugar de chuparse el dedo gordo del pie, empieza a tocarse y a jugar con el pene: no parece haber otra cosa en el mundo más interesante para él.
INVESTIGANDO EL CUERPO
Desde que nace, el bebé comienza a explorar lo que lo rodea: por un tiempo largo llevará a la boca todo lo que esté a su alcance. A medida que pasa el tiempo - alrededor del cuarto mes -logra mover sus manos y toma cuanta cosa despierte su curiosidad.
Poco a poco, su propio cuerpo se convierte en motivo de interés: comienza a investigarlo. Al tocarse los genitales, surgen sensaciones placenteras. Podemos ubicar los inicios de la masturbación en esa temprana época del desarrollo: es una forma de autoconocimiento. Y no significa nada más que eso, ni conduce a un mal hábito. Los bebés descubren sus genitales en la mitad de su primer año, del mismo modo que descubren los dedos de las manos y de los pies: también los manosean de la misma forma explorándose a sí mismos con curiosidad. Cuando el chico descubre cómo obtener placer, intentará repetir la experiencia. A veces el niño recurre a la masturbación por falta de compañía: no tiene más remedio que complacerse por sí mismo. Si le prohibimos esta gratificación y no la reemplazamos por la compañía que el pequeño ha estado solicitando, frustramos una necesidad. Por otra parte, la masturbación representa una descarga de energía que no encuentra otra vía de escape.
¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?
Los papás nos ponemos tensos cuando nuestra hija se balancea "a caballo" de un pasamanos, muy entusiasmada. Le ponen los pañales o la sacan de ahí "porque se puede lastimar".
Es necesario modificar nuestra actitud y permitir que el chico se sienta menos culpable y ansioso para que, años más tarde, sea más comprensivo y tolerante con sus propios hijos.
¿QUE HACER CUANDO DESCUBRIMOS A NUESTRO HIJO?
- Podés distraerlo hacia otra actividad, pero no te sientas obligada a hacerlo. Es preferible no darle la idea de que la masturbación o sus genitales son malos o desagradables: seguramente queremos que nuestro hijo mantenga un sentimiento natural hacia todo su cuerpo.
- Si se atemoriza de cualquier parte de su persona, su atención se concentrará aún más en ella. Si intentás detenerlo diciéndole "no, no", dándole una palmada en la mano o apartándosela, se empecinará. Este interés temprano por el sexo es parte natural del lento proceso de crecimiento y aparece en todo niño sano.
¿Y Si SE ACOSTUMBRA?
La masturbación es frecuente desde los primeros meses de vida hasta los cuatro o cinco años. Luego parece perder interés por un tiempo más o menos prolongado e irrumpe nuevamente a partir de los once o doce años cuando entra en la adolescencia. No obstante, estas edades son estimativas: tu hijo puede no ajustarse con exactitud a estos parámetros.
Este comportamiento está dentro de lo normal: no te angusties si tu hijo lo hace ocasionalmente. Pero cuando el niño recurre a ella como único medio para aliviar tensiones, es evidente que existen dificultades emocionales que son necesarias investigar. Nos referirnos a aquellos niños que sólo logran tranquilizarse o conciliar el sueño frotando los genitales con la mano, almohada o partes de su cuerpo. En cualquier edad, existen niños que manipulan demasiado sus genitales, a veces, en público. Apenas parecen darse cuenta de lo que están haciendo. Por lo común son chicos muy tensos y preocupados: no están nerviosos porque se masturben; se masturban porque están nerviosos. La cuestión consiste en averiguar la causa de su tensión en lugar de atacar directamente la masturbación.Es importante recordar que la masturbación no es grave si no restringe el interés del niño por otras actividades. Si no es así, despreocupate y tratá de no cargar de mayor ansiedad a tu hijo. Por último, insistimos en que es comprensible la actitud sancionadora de los padres frente a la masturbación. Por eso mamá o papá, no se desorienten ni se angustien si no pueden tomarla con naturalidad. Pueden recurrir al consejo del pediatra, quién podrá orientarlos o, si es necesario, derivarlos hacia el profesional competente que los apoye para resolver su ansiedad y la de su hijo. |
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