Dulce Amor / Kinder - Guardería

lunes, 21 de noviembre de 2011

La importancia del NO

La importancia del NO
“No”, “no”, parece que todo para tu hijo todo es no. Si le pedís algo, si te acercás para jugar, si le preguntas una cosa, no importa qué, la respuesta es siempre la misma: NO. ¿Qué está pasando? ¿Se está rebelando?
Tu hijo necesita hacerse camino por sí mismo, lograr separarse y buscar su propia autonomía. Que una de las primeras palabras que aprende a decir es No, tiene su razón. En este desafío para lograr hacerse un individuo con ideas propias, para aprender a hacer cosas por sí mismo, para elegir diferenciarse, para constituirse como una persona singular tiene que defenderse de lo que vos y su papá desean para él…


Para tu hijo, el descubrimiento del no es un hito muy significativo en el camino de tu hijo para consolidar su independencia. Tan importante es para él ser capaz de decir NO como es el que se lo digan a él.


Un NO para cada cosa:



Escuchá a tu hijo, y hasta donde sea posible tomalo en serio cuando dice NO ya que en esta etapa puede decir NO a muchas cosas:


1. A comer determinados alimentos o directamente a no almorzar o cenar. No te alarmes. Por un lado un chico sabe que necesita comer y no se va a desnutrir por comer bananas 5 días seguidos. Seguro que a la semana siguiente tiene antojo de otra cosa.

2. A jugar con vos. Puede ser que quiera jugar solo o que juegues de una manera diferente de la que él espera.

3. A irse a dormir.

4. A irse de la casa de algún familiar o amigo.

5. A bañarse. Etc.


Como padres queremos que nuestro hijo aprenda a defenderse solo y que se respete y quiera a sí mismo. Por esto es tan importante el derecho que tiene de decir No y este derecho se adquiere en primer lugar en su casa, con su familia. El mismo empieza cuando tu hijo reconoce su derecho a preguntar, a saber, a rechazar. Si no tratamos a nuestro niño de 2 años con este respeto no podemos esperar que en ciertas situaciones especiales puede decir que no, que logre respetarse a sí mismo.


Que tu hijo se ponga frecuentemente difícil tratando de ejercer su poder es solamente señal de que está madurando. Dejémoslo crecer y apoyémoslo.

Desarrollar el potencial de tu bebé está en tus manos

La inteligencia de tu bebé es un gran tesoro y de esta depende en gran medida su futuro. Si bien tu bebé al nacer tiene un potencial inmenso, la inteligencia es algo a construir.

Desde lo clínico se ha probado a través de las teorías del desarrollo cerebral que el cerebro no culmina su desarrollo al nacer. Existen millones de conexiones nerviosas a realizarse sobre todo en los primeros años, que dependen en gran parte de los estímulos externos.


¿Qué es la inteligencia?

La inteligencia es la capacidad de resolver problemas y además, de encontrar un resultado por diferentes caminos. Los primeros tres años de vida son por ello cruciales en el desarrollo intelectual y afectivo de tu bebé. Todo lo que reciba durante estos años le servirá de base para más adelante. Al brindarle mucho afecto y estimulación adecuada ayudarás a tu bebé a desarrollar de manera plena su potencial.

Nadie mejor que vos para estimular a tu bebé. Sos quién mejor lo conoce, la que mejor puede percibir sus necesidades. Para estimularlo ofrete como guía, brindále herramientas adecuadas y acordes a su desarrollo.

Sus experiencias de aprendizaje dependerán de cómo intervengas en ellas. Tu actitud hará que cada acontecimiento sea para tu bebé un desafío a superar, una meta a alcanzar, o por lo contrario; una tarea que no tenga sentido intentar. De esto se trata la estimulación: generar un ambiente donde, en tu compañía, tu bebé logre jugar "a su manera" y con sus tiempos. Al incentivarlo, si se frustra lo estarás ayudando a ser una persona con inquietudes, ávido por aprender más y más y capaz de adquirir confianza para enfrentar situaciones de manera independiente.

A medida que crezca sus experiencias se irán complejizando y el aprendizaje será cada vez más enriquecedor. La vida presenta a cada rato obstáculos, y tu bebé de esta manera va a estar mejor preparado para resolverlos.

Ya gatea

Poco a poco y en cuatro patas, tu bebé se va "abriendo camino". La casa se convierte en un mundo lleno de nuevas aventuras a conquistar.

Sentado en el piso, tu bebé arroja su juguete. Casi con enojo mira fijamente su "preciado objeto". El cartel de "llegada" parece estar esperándolo. Tras muchísimo esfuerzo se abalanza hacia adelante. Logra ponerse en cuatro patas y encender los motores. Ahí va. Sigue y sigue hasta que: ¡Final de carrera! No tuviste que correr antes de que tu bebé rompiera en llanto: por primera vez, solito y gateando, pudo reencontrarse con su juguete.

¿Cuándo aparece el gateo?

Día a día el cuerpo de tu bebé se va desarrollando y sus estructuras y funciones se modifican. El gateo implica un avance en la maduración. Para que pueda gatear es necesario que haya adquirido ciertas habilidades de equilibrio que se dan alrededor de los nueve meses: primero domina la parte superior de su cuerpo y luego las piernitas. Si antes de que finalice el tercer trimestre colocamos a nuestro bebé en forma de carretilla, caminará con sus manitos. Solo después podrá acompañar con todo el cuerpo. Generalmente el gateo aparece cerca de los 8/9 meses y hasta los 12 meses, momento en el que se larga a dar sus primeros pasitos sin ayuda.

"Yo soy yo"

No todos los bebés gatean de la misma manera. Algunos ni siquiera lo hacen; se largan medio inseguros a dar sus primeros pasitos. La forma más habitual de gateo es en "cuatro patas". Es común, que antes de comenzar a movilizarse, el bebé practique balancearse hasta lograr alternar los brazos y las piernas. Algunos bebés se desplazan de manera diferente: sentados, apoyados sobre un costado del cuerpo o "caminando como osos"- pies y manos sobre el piso manteniendo extendidas las piernas-. En fin, cada bebé tiene su personalidad y el gateo es parte de ella. Al bebé no le interesa demasiado cómo llegar, sino hacerlo.

¡Todo lo que logré!

Con la novedosa aventura de poder explorar la casa, tu bebé descubre un mundo mucho más amplio. Es por eso, que se dirige a cuanto rincón existe tocando y chupando todo. Es su manera de conocer las cosas. Desplazarse le permite entrar en el mundo social y empezar a realizar actividades lejos tuyo. Estos primeros intentos de independencia pueden traer aparejados signos de ansiedad que son normales: empieza a separarse de vos y lo asusta. Lo mejor que se puede hacer es a través del juego. Con referencia a este tema, la psicoanalista M. Malher expresa: "La distancia óptima en esta subfase temprana de ejercitación psicomotriz, parece ser la que permite al gateador en movimiento y exploración, la libertad y oportunidad de realizar tales actividades a cierta distancia física de su madre, pero a la madre siempre la necesita como punto estable, "como base de operaciones", que satisface la necesidad de reabastecimiento mediante el contacto físico".

Durante este período tu bebé va obteniendo también dos nociones importantísima: la espacial y la de profundidad. Con la primera, comienza a reconocer distancias y esto lo ayuda a ubicarse en el mundo. Con la segunda, conoce y explora el espacio vertical: cuando tu bebé está sentado en la sillita alta, somos las mamás las que sufrimos las consecuencias de arrodillarnos continuamente a levantar todos los objetos que ellos tiran una y otra vez. Pero esto tiene significado: al arrojar los juguetes de arriba hacia abajo, nuestro pequeñín percibe atentamente cuando se produce el ruido de choque contra el piso y esto lo va preparando para aprender a caer sin golpearse en el momento de caminar. Por lo tanto, mamá ¡mucha paciencia y mucho juego!

En sus marcas, listos, ya!

Mientras dure el gateo, es muy importante que estimulen a su bebé en sus progresivos ejercicios. A los niños gateadores les encanta ser perseguidos por detrás, dar vueltas sobre una alfombra y pararse con la ayuda de algún mueble o aferrado a las manos o piernas de algún mayor, dando así pequeños y tambaleantes pasitos que le dan cada vez más fuerza y equilibrio.

Si bien la estimulación y la ejercitación son muy necesarias hay que tener cuidado: a veces los padres queremos que nuestros hijos progresen demasiado rápido. Cada bebé tiene su propio ritmo. Si lo sobre estimulamos puede mostrarse reticente a gatear. Lo más apropiado es tener un lugar para él: "exclusivo y cercado para él": puede moverse con libertad y nosotras podemos seguir con nuestras actividades.

El valor del gateo es muy importante: indica que tu bebé se está preparando para caminar. Alrededor de los 12/13 meses el niño alcanzó un equilibrio general que posibilita dicha práctica. Algunos niños suelen regresar al gateo. Es normal y no merece demasiada preocupación. A veces, "dan un paso hacia atrás para luego dar un salto mucho más grande". Dándole tiempo y sin presionarlo, volverá a caminar en cualquier momento: sólo necesita mayor confianza y seguridad para afrontar nuevas situaciones.

TALLERES VACACIONES 2011-2012

martes, 15 de noviembre de 2011

Papilla de zapallo y papa

Papilla de zapallo y papa
Papilla de zapallo y papa
Ingredientes:
  1. 2 unidades medianasde papa amarilla pelada y sancochada en la olla familiar ( u otra papa harinosa
  2. 1trozo pequeño de zapallo
  3. ¼ taza de leche
  4. 1 cucharada de aceite vegetal
  5. Sal al gusto
Preparación:
  • Sacar la papa y el zapallo de la olla familiar a un recipiente limpio.
  • Luego aplastar la papa y el zapallo justos hasta que esté como una masita.
  • Agregar la leche con la anterior preparación
  • Agregar 1 cucharita de aceite removiendo vigorosamente.
  • Servir la papilla al niño y hacerle comer con cariño

jueves, 10 de noviembre de 2011

GUÍA PARA BUEN SUEÑO


“Alzarlo, cantarle, acunarlo, hasta la eternidad”

Llevarlo a pasear en auto . Dejarlo llorar y entrar de a ratitos a mirarlo. Hacerle un lugar permanente en la cama de los padres...
Todos los padres  de bebés conocen estas opciones y se inclinan por una o por otra o por todas juntas según la noche y/o el grado  de desesperación. Ya lo dijo alguien una vez, el que acunó esta frase: ”dormir como un bebé” nunca había visto dormir a un bebé en su vida. El sueño de los bebés es por definición interrumpido, en un principio por la necesidad de alimentarse cada pocas horas.
Pero desde el momento en que las mamaderas nocturnas ya no son estrictamente necesarias (alrededor del quinto mes)  los padres, más estrictamente las madres, empiezan a dar los primeros pasos para restituir algún grado de normalidad nocturna. Es aquí donde entran  en juego las distintas teorías.
Algunas como la del médico español Ed,. Estivill seguido por el estadounidense R. Ferber, muy de moda, que recomienda “entrenar” a los bebés en el arte de dormir, dejándolos llorar por períodos cortos, pero progresivos, hasta que aprendan a dormir solos, e intentar que despierten en la misma situación en la que se durmieron, para que puedan volver a conciliar el sueño sin ayuda.
En el otro extremo están algunos adeptos que proponen “la cama familiar”, remontándose a antiguas costumbres; esta postura recomienda compartir con el bebé la cama de papá y mamá y dejarlo tomar la leche cuando él quiera durante la noche. Argumentan que esto previene la muerte súbita, porque el bebé acompasa  su respiración con la de los padres y que se le trasmite mayor seguridad.
En el medio hay otra postura posible, que es evaluar qué es lo que ocurre en cada caso.
El pediatra M. Elman dice “Muchas veces, cuando el bebé presenta  algún trastorno en el sueño, es su manera de expresar algo y lo Puede  ser  desde  el  comienzo de una enfermedad, hasta  alguna situación perturbadora vivida durante el día (aunque sea solo un paseo, una fiesta).
Alrededor del quinto mes se considera que el bebé puede dormir de un tirón, pero otro bebé quizá aproveche para tener a su mamá para él solo, porque no la ve durante el día.”
Alrededor de los 8 meses (a veces antes)  los nenes atraviesan por la llamada “angustia de la separación”, que suele acarrear pesadillas. “Esto ocurre cuando el bebé reconoce sus pies y sus genitales y cobra conciencia de que su madre es otra persona y teme que si la pierde de vista la pierde del todo. Entonces la llama de noche y se calma fácilmente cuando ella acude.”


Algunas premisas para tener en cuenta:



Ø    Si ya no toma leche de pecho que acuda el padre a su llamado.

Ø    Acudir cuando el bebé llama, pero no levantarlo.

Ø    No evitarle la siesta “para que duerma de noche”: esto es contraproducente, ya que si quiere dormir es porque lo necesita. El sueño no se suma.

Ø    Por seguridad dormirlo de costado y sin almohada.

Ø    Ir desacelerando el ritmo de las actividades, preparar un clima para el sueño.

Ø    Crearle una rutina fija para  la hora de dormir.

Ø    Ponerlo a dormir con un muñeco, un peluche u otro objeto querido por el niño.

Ø    Por más pequeño que sea hablarle mucho, acariciarlo, pero ser firme; no entenderá lo que se le dice  pero sí la sensación que uno tiene que transmite: Amor y seguridad.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

A los 6 meses, un bebé sabe si le están gastando una broma o no
Los bebés muy pequeños de sólo seis meses de edad-, saben cuándo se les está tomando el pelo, que esta actitud no les gusta, y que expresan su disconformidad o reaccionan en consecuencia, de acuerdo con lo que aseguran científicos de la Universidad de York, en Canadá. Para afirmar algo tan polémico, los investigadores analizaron las reacciones de bebés de seis y nueve meses ante un juego que consistía en que un adulto se mostraba bien incapaz bien reticente a compartir un juguete con los pequeños.

Los bebés detectaron y aceptaron con calma el hecho de que el adulto no fuera capaz de compartir con ellos el juguete por razones que escapaban a su control pero, por el contrario, se mostraron agitados cuando resultó evidente que el adulto, simplemente, no tenía intención de compartir.

Según la directora del estudio, Heidi Marsh, los bebés son capaces de diferenciar si se les está gastando una broma o si se está siendo manipulador con ellos, y además saben cómo transmitir su opinión al respecto. Según Marsh, esta es la primera demostración empírica de que los bebés tan pequeños son capaces de comprender las intenciones de los actos de los adultos.

Hasta el momento, se habían obtenido evidencias basadas únicamente en la habituación visual de los niños ante determinados estímulos (la habituación en psicología es el proceso de acostumbramiento o aprendizaje no asociativo a los estímulos del medio interno o externo, y está considerada una forma alternativa de integración).

Es decir, que estudios previos habían observado los patrones de las miradas de los pequeños cuando a éstos les eran presentados estímulos diversos pero, según la investigadora, esta fórmula de estudio resulta demasiado abierta a interpretaciones y, en consecuencia, a conclusiones confusas.

Por otro lado, en investigaciones anteriores se concluyó que la capacidad de diferenciar las intenciones de los adultos no se desarrollan hasta los nueve meses de edad, algo que el estudio de Marsh desmiente.

La investigadora señala que un niño de seis meses de edad, comparado con uno de nueve meses, expresa de manera distinta lo que sabe.

Durante el estudio, los bebitos fueron sometidos a tres situaciones en las cuales el centro siempre fue un juguete: de bloqueo, de burla y de juego. En cada una de estas situaciones hubo una condición de incapacidad de compartir el juguete y otra de resistencia a compartirlo por parte del adulto.

Así, por ejemplo, en la situación de burla, el adulto extraño sostuvo un sonajero cerca de los niños y, después, lo ocultó detrás de él (condición de resistencia a compartir). Asimismo, una atractiva pelota cayó accidentalmente, de manera que quedó fuera del alcance del adulto (condición de incapacidad de compartir).

Los movimientos visibles tanto del adulto como del juguete fueron reflejo de las condiciones de cada prueba, esto es, fueron diseñados para que los niños pudieran comprender las intenciones o la situación del adulto.

Incluso las expresiones faciales de éste se utilizaron para expresar resistencia a compartir o incapacidad para hacerlo.

Los resultados fueron los siguientes: los niños de ambas edades (seis y nueve meses) desviaron sus miradas durante las pruebas en que el adulto se mostró renuente a compartir.

En estas pruebas, además, los niños de nueve meses dieron golpes con sus brazos, mientras que los bebés de seis meses mostraron otro tipo de reacciones correspondientes a afectos negativos, como fruncimiento del ceño. Estas reacciones no se dieron en ningún bebé en las condiciones de incapacidad para compartir el juguete.

Otro dato revelado por la investigación fue, según Marsh, que aquellos niños más independientes resultaron ser menos expresivos ante las situaciones de renuencia a compartir (por ejemplo, lloraban menos que otros), pero físicamente más proclives a demostrar una resistencia activa a la situación.

Esta diferencia sugiere que es importante analizar las habilidades sociales y cognitivas de los niños para comprender el espectro de comportamientos sociales que puede darse a estas edades. La revista Infancy ha publicado un artículo detallado sobre esta investigación.

La inteligencia y las capacidades de los más pequeños han sido objeto de diversos estudios en los últimos años. Sus resultados han permitido constatar el sorprendente grado de conciencia de los bebés, demostrando, por ejemplo, que éstos, con tan sólo cinco meses, son ya capaces de diferenciar entre sólidos y líquidos o que, con sólo dos o tres días de edad, ya pueden detectar el ritmo de la música.

Fuente: www.neomundo.com.ar (Yahoo noticias)
Masturbación infantil
A los cuatro o cinco meses, los chicos descubren el placer al tocarse los genitales. Y no tienen ninguna inhibición de hacerlo cuando sienten ganas. El bebé, cuando se siente desnudo, en lugar de chuparse el dedo gordo del pie, empieza a tocarse y a jugar con el pene: no parece haber otra cosa en el mundo más interesante para él.

INVESTIGANDO EL CUERPO
Desde que nace, el bebé comienza a explorar lo que lo rodea: por un tiempo largo llevará a la boca todo lo que esté a su alcance. A medida que pasa el tiempo - alrededor del cuarto mes -logra mover sus manos y toma cuanta cosa despierte su curiosidad.
Poco a poco, su propio cuerpo se convierte en motivo de interés: comienza a investigarlo. Al tocarse los genitales, surgen sensaciones placenteras. Podemos ubicar los inicios de la masturbación en esa temprana época del desarrollo: es una forma de autoconocimiento. Y no significa nada más que eso, ni conduce a un mal hábito. Los bebés descubren sus genitales en la mitad de su primer año, del mismo modo que descubren los dedos de las manos y de los pies: también los manosean de la misma forma explorándose a sí mismos con curiosidad.
Cuando el chico descubre cómo obtener placer, intentará repetir la experiencia. A veces el niño recurre a la masturbación por falta de compañía: no tiene más remedio que complacerse por sí mismo. Si le prohibimos esta gratificación y no la reemplazamos por la compañía que el pequeño ha estado solicitando, frustramos una necesidad. Por otra parte, la masturbación representa una descarga de energía que no encuentra otra vía de escape.

¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?
Los papás nos ponemos tensos cuando nuestra hija se balancea "a caballo" de un pasamanos, muy entusiasmada. Le ponen los pañales o la sacan de ahí "porque se puede lastimar".
Es necesario modificar nuestra actitud y permitir que el chico se sienta menos culpable y ansioso para que, años más tarde, sea más comprensivo y tolerante con sus propios hijos.

¿QUE HACER CUANDO DESCUBRIMOS A NUESTRO HIJO?
- Podés distraerlo hacia otra actividad, pero no te sientas obligada a hacerlo. Es preferible no darle la idea de que la masturbación o sus genitales son malos o desagradables: seguramente queremos que nuestro hijo mantenga un sentimiento natural hacia todo su cuerpo.
- Si se atemoriza de cualquier parte de su persona, su atención se concentrará aún más en ella. Si intentás detenerlo diciéndole "no, no", dándole una palmada en la mano o apartándosela, se empecinará. Este interés temprano por el sexo es parte natural del lento proceso de crecimiento y aparece en todo niño sano.

¿Y Si SE ACOSTUMBRA?
La masturbación es frecuente desde los primeros meses de vida hasta los cuatro o cinco años. Luego parece perder interés por un tiempo más o menos prolongado e irrumpe nuevamente a partir de los once o doce años cuando entra en la adolescencia. No obstante, estas edades son estimativas: tu hijo puede no ajustarse con exactitud a estos parámetros.
Este comportamiento está dentro de lo normal: no te angusties si tu hijo lo hace ocasionalmente. Pero cuando el niño recurre a ella como único medio para aliviar tensiones, es evidente que existen dificultades emocionales que son necesarias investigar. Nos referirnos a aquellos niños que sólo logran tranquilizarse o conciliar el sueño frotando los genitales con la mano, almohada o partes de su cuerpo.
En cualquier edad, existen niños que manipulan demasiado sus genitales, a veces, en público. Apenas parecen darse cuenta de lo que están haciendo. Por lo común son chicos muy tensos y preocupados: no están nerviosos porque se masturben; se masturban porque están nerviosos. La cuestión consiste en averiguar la causa de su tensión en lugar de atacar directamente la masturbación.Es importante recordar que la masturbación no es grave si no restringe el interés del niño por otras actividades. Si no es así, despreocupate y tratá de no cargar de mayor ansiedad a tu hijo.
Por último, insistimos en que es comprensible la actitud sancionadora de los padres frente a la masturbación. Por eso mamá o papá, no se desorienten ni se angustien si no pueden tomarla con naturalidad. Pueden recurrir al consejo del pediatra, quién podrá orientarlos o, si es necesario, derivarlos hacia el profesional competente que los apoye para resolver su ansiedad y la de su hijo.
La edad de los porqués ????

A partir de los 2 años de edad, tu hijo descubre que puede comunicarse mediante las palabras. Y si antes no se cansaba de tocar todo, ahora no deja de preguntar. Repite todo el tiempo la misma pregunta, necesita identificar a las personas y a las cosas y ponerles un nombre. Plantea la misma pregunta a diferentes personas para verificar y escuchar una vez más la respuesta. La repetición es una de sus formas de aprender y la curiosidad es normal en cualquier chico saludable

La edad de los porqués es una etapa fundamental para el desarrollo del lenguaje infantil ya que el vocabulario se va enriqueciendo con las respuestas. En general, las niñas aventajan a los varones de la misma edad y conservarán este adelanto durante varios años.
Pero, cuidado, no todos los chicos evolucionan a la misma velocidad. Estas diferencias se deben a las distintas habilidades personales, así como algunos niños caminan antes, otros son precoces para hablar. Pero también influye mucho el ambiente en el que viven. Para estimularlos es imprescindible que se respondan sus preguntas y se los aliente en sus progresos.

Cuando tu hijo comience a plantearte preguntas, estará realmente interesado en tus respuestas, aunque no lo demuestre. Poco a poco, va a poder incorporar palabras nuevas y esto irá facilitando las explicaciones. Su mente tiene necesidad de palabras para desarrollarse, así como su cuerpo requiere alimentos para crecer.
Cuando hablas con tu hijo, no sólo le estás proporcionando palabras sino que le estás dando información. Si tu hijo señala un tenedor y te pregunta, ¿y esto qué es?, le vas a contestar que es un tenedor y que se usa para comer. Así, va asociando actividades, funciones e ideas relacionadas a la nueva palabra.

Su inteligencia se amplía con esta gimnasia mental, se interesa en cosas cada vez más difíciles, se enfrenta a objetos nuevos, a palabras raras, a situaciones desconocidas y saca conclusiones. Su inteligencia pasa de ser empírica a ser reflexiva. Le interesa más la razón de ser de las cosas que el nombre de las mismas. Pregunta muy a menudo por qué y también empieza a usar el porqué.

El lenguaje transforma completamente la vida y el horizonte de tu hijo, le permite penetrar en el mundo de los adultos. Hasta entonces, sólo podía hacerse comprender por los adultos. Ahora, con su vocabulario más elaborado, puede comunicarse con otras personas que nos son de su núcleo familiar.
Al poder hablar, tu hijo de dos años y medio siente soltura y confianza en sí mismo, está muy contento con esta nueva forma de independencia, como cuando empezó a caminar. La marcha y la palabra lo hacen un nuevo miembro de la sociedad. Por eso, a esta edad busca la compañía de los adultos y les plantea preguntas incansablemente.

Lógica infantil
El niño tiene una manera muy personal de ver las cosas. Observa los detalles ínfimos y al comparar, conecta entre sí cosas que nunca vincularía un adulto. En su libro "Yo crío mi hijo", la Dra. Laurence Pernoud cita el ejemplo de un chico que había dicho, "una laucha es como un elefante". El niño había visto entre esos dos animales un rasgo común, que los adultos pasamos por alto, el color gris.
Tu hijo tiene su propia manera de razonar, la famosa lógica infantil. Registra todo lo que oye y extraé sus propias conclusiones. Por ejemplo, puede preguntar, ¿quién es la mamá del ternero?. Se le contesta, la vaca. ¿Quién es la mamá del pollito?, la gallina, y el pequeño concluye, "la mamá del agua es la canilla".
Como empieza a alejarse del círculo familiar, observa a los otros, estudia sus conductas, trata de imitarlos y sobre todo, de situarlos en su universo. Por ejemplo, ¿el tío Juan, de quién es hermano? ¿La abuela es tu mamá? Luego descubre que papá y mamá tienen cosas comunes con otras personas que él no conoce, papá es un señor, mamá es una señora como aquellos y aquellas que se cruzan en la calle. Y siente deseos y necesidad de aproximarse poco a poco a los otros, grandes o pequeños, y averiguar todo lo posible con respecto a ellos.
También investiga sus propios antecedentes, dónde estaba yo cuando no había nacido. El nacimiento de los bebés y de los animales comienza a interesarle.

Contame un cuento
A los tres años comienza a florecer la imaginación, sin ella no habría verdaderamente un ser humano. Es exigente y para alimentarla el niño reclama historias y cuentos. El mejor momento para contar historias es por la noche, cuando mamá y papá tienen más tiempo. Los cuentos son un buen método para hacer acostar a un niño. El pequeño, para retener a sus padres, comienza a hacer toda serie de preguntas, y su vocabulario va haciendo grandes progresos, sabe situarse dentro de las circunstancias, pedir información con más exactitud y dejarse llevar por la fantasía.
A esta edad, la imaginación y la fantasía gobiernan su mundo, comienza la edad de oro de las palabras infantiles. La mayoría de los términos y expresiones de tu hijo que nos encantan provienen simplemente de su manera de pensar y de ver las cosas.
Casi siempre nuestras respuestas a sus inquietudes comienzan con "es para"... "es como". Escuchando estas explicaciones , el pequeño adopta esas dos formas de entender las cosas que lo rodean, por el uso y por la semejanza.
Desea conocer el significado de todo lo que ve y saca conclusiones, todo lo relaciona consigo mismo. Si ve un tren, inmediatamente quiere saber, ¿viajare algún día en tren?

El poder de las palabras
Alrededor de los tres o cuatro años surgen nuevos miedos: temor a la oscuridad, a los perros u otros animales, a la muerte, a las personas lisiadas. En este período la imaginación del niño ha llegado a un punto en el cuál puede ponerse en el lugar de otras personas y percibir peligros que en realidad no ha experimentado.
Por esto, no se conforman con sólo saber la causa de todo, sinó también qué tiene que ver con él. A esta edad aparecen las preguntas acerca de la muerte. Oye por ahí algo acerca de morir y de inmediato quiere saber que significa morir y pregunta, ¿moriré yo?
Para contestar este tipo de inquietudes tenés que tratar de que las primeras explicaciones no suenen atemorizantes. Podrías decir, todos debemos morir algún día. La mayoría de las personas mueren cuando son muy viejitas, se sienten muy cansadas y dejan de vivir. Si sos creyente probablemente le explicarás en términos religiosos, "estaba muy enfermo y Dios lo llevó al cielo para cuidarlo". Es importante que cuando hables de estos temas, abraces y le sonrías a tu hijo, y también que le hagas notar que ustedes permanecerán juntos durante muchos años.
Otro tema favorito de la edad de los porque es la diferencia entre las niñas y los niños.
Si tu hijo de 3-5 años ve una chica desnuda, puede asombrarse al notar que no tiene pene y puede preguntar al respecto. Si la respuesta no lo satisface, imaginará que la niña lo ha perdido y aparecerá un pensamiento angustiante. "Esto podría ocurrirme a mí también". Una niña de la misma edad experimentará una ansiedad similar, ¿por qué no tengo pito? Estas inquietudes son normales y necesitan respuestas sencillas y tranquilizadoras. Es importante entender que no va a preguntar como un catedrático, ni que sus preguntas implican un interés especial por lo sexual. Para él, este tema es tan importante como cualquier otro.
Por eso es fundamental contestar todas su preguntas sin ir mas allá de sus dudas y tomando el tema con naturalidad. Resulta útil ayudar a que tu hijo exprese sus miedos en forma abierta para poder ahuyentarlos. Le podrías explicar que los hombres y las mujeres están constituidos de manera diferente, es importante que sepa que mamá y papá están contentos de ser como son y lo quieren a él tal como es.

A partir de los 3 años, tu hijo ya se expresa bien, lo que le facilita las relaciones con el medio. En su cerebro, ahora esta casi completo el arsenal de la inteligencia, memoria, comprensión, lógica, juicio, voluntad, imaginación. En el aspecto afectivo, se ha convertido en el pequeño compañero que se tiene de la mano para pasear, con el cuál uno intercambia preguntas y explicaciones en un diálogo que anuncia ya una verdadera conversación.